Sandoval: “todavía no puedo creer que aquello pasó, no quiero despertar”
Detroit (EEUU), octubre 29.- ¡Qué
sabrosa es la reivindicación! Eso es exactamente lo que deseaba Pablo Sandoval
y es exactamente lo que se llevará a su hogar en Venezuela.
Los Gigantes son los campeones de la
Serie Mundial por segunda vez en apenas tres años y Sandoval es una de las
razones más grandes de que esto haya ocurrido. El venezolano bateó tres
jonrones en el primer encuentro del Clásico de Octubre del 2012 y promedió .500
en la barrida de cuatro juegos en camino a ser el Jugador Más Valioso de la
gran final del Béisbol de Lujo.
Nueve venezolanos jugaron en esta Serie
Mundial, pero ninguno con una actuación más sobresaliente quela de Sandoval.
Los fantasmas del Clásico de Octubre del 2010 se han ido para siempre.
"Uno aprende de todo lo que le
pasa a uno en su carrera", filosofó Sandoval. "Uno tiene altas y
bajas, pero nunca se rinde. Gracias a Dios que todas las cosas que han pasado
en mi carrera ocurrieron más temprano que tarde. Simplemente me siendo
bendecido de estar aquí y ser parte de la Serie Mundial del 2012".
Sandoval concluyó la postemporada con
porcentaje de bateo de .364, con cinco dobles, seis jonrones y 13 carreras
impulsadas en 16 juegos. Promedió .415 con seis cuadrangulares y 13 carreras
remolcadas en sus 13 partidos finales.
"Se calentó en el momento justo
para nosotros y yo no puedo estar más contento y orgulloso de él", elogió
el dirigente de los Gigantes, Bruce Bochy. "Sé que fue difícil para él
cuando quedó relegado al banco en el 2010. Creo que de verdad quería brillar
con luz propia. Tiene mucho talento y rindió a la hora buena y lo
necesitábamos. Esto es lo que hace que este equipo sea tan especial".
De paso, Sandoval es el primer
venezolano que gana el Premio Jugador Más Valioso de una Serie Mundial.
"Pablo hizo un trabajo enorme", destacó su paisano Grégor Blanco,
jardinero izquierdo de los Gigantes.
El tercera base de los Gigantes preparó
el camino a la victoria total cuando pegó aquellos tres jonrones históricos en
el primer juego, dos frente al estelar abridor de los Tigres, Justin Verlander.
Él lo sabía. Los peloteros lo sabían y todo el mundo en San Francisco lo sabía.
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